Depende del país se le puede llamar de diferentes maneras: taza del wáter, inodoro, escusado, water, bombonera, letrina, etc. Lo que sí es común, es que el retrete es una de las grandes maravillas de la física. Es uno de los mejores ejemplos de la fuerza del efecto sifón, y es lo que le permite deshacerse rápidamente del exceso de agua y de los «desperdicios». En CurioSfera-Ciencia.com, te explicamos cómo funciona el retrete.
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Partes de un retrete
El inodoro está formado por la taza, la cisterna, el mecanismo de la cadena y el sistema de recarga. Todas estas piezas juntas hacen un trabajo eficiente y ecológico. Estudiaremos la taza a través de la física. Su diseño permite evacuar una gran cantidad de agua muy rápido. Sin la taza y sin su diseño único, esta gran contribución a los servicios sanitarios modernos no sería posible.
Cómo funciona el retrete
La clave está en el efecto sifón. El sifón es una tubería en forma de “s” que está conectada a la taza. Su función es mantener el nivel de agua de la taza constante y actúa a modo de cierre hidráulico, evitando así, que los gases y los olores desagradables suban por las cañerías y lleguen a casa.
Si se añade agua a la taza poco a poco, el retrete no se inundará. Así que, cuando el retrete se usa y el nivel de agua aumenta ligeramente, el agua retrocede hacia el sifón pero no tanto como para activar el efecto sifón. Para que el agua sobrepase la curva y caiga por el sifón, hay que echar una gran cantidad de agua a la vez.
Por ejemplo, si se echa un gran cubo de agua por la taza, el sifón se llenará y se activará la cadena. El agua y su contenido caerán por la tubería con ese ruido tan familiar que se produce al tirar de la cadena.
Cuando la taza se queda sin agua, entra aire por el sifón que desactiva la cadena y produce ese sonido de gorgoteo que también nos resulta muy familiar. Aunque no haya cisterna, se puede igualmente “tirar de la cadena” echando un cubo de agua por la taza. El paso crucial es llenar el sifón y la gravedad hace el resto gracias a las fuerzas cohesivas de los líquidos.
Estas fuerzas aprovechan las moléculas del agua para arrastrar todo lo que hay en la taza y dejarlo caer desde el punto más alto del sifón. Lo que crea el efecto sifón es la gravedad y no un cambio de presión. La cisterna actúa como un cubo de agua. Cuando se tira de la cadena, hay otra cadena que activa la válvula de nivel y destapa el desagüe.
Entonces la cisterna descarga todo su contenido en la taza en unos 5 segundos. El agua entra a la taza a través de los agujeros que hay en el borde y a través de un agujero más grande que empuja la mayor parte del agua de la cisterna directamente al sifón.
La velocidad que lleva esa cantidad de agua activa el sifón, que empuja el agua y los desperdicios cañería abajo. La válvula de nivel que ha estado flotando desde que se tiró de la cadena, vuelve a su sitio cuando la cisterna se queda sin agua. De este modo, cierra el desagüe y la cisterna vuelve a estar lista para rellenarse. La presión del agua mantiene la válvula en su sitio hasta la próxima vez.
En los retretes, la dirección de la rotación del agua no depende del hemisferio del planeta en el que esté situado el retrete como algunos creen. Sino que está relacionada con factores más mundanos, como la forma de la taza, la inclinación y la dirección en la que el agua entre a la casa. Cuando la cisterna se vacía, un flotador cae hasta la base de la cisterna y acciona una válvula de llenado.
Cuando el flotador cae, la válvula se abre. La válvula de llenado envía el agua en dos direcciones: hacia la cisterna y hacia la taza. A medida que la cisterna se llena, el flotador se va elevando hasta que llega un punto en el que la válvula de llenado se cierra.
Si por algún motivo la válvula de llenado no se cerrase, hay un tubo de desagüe que evitaría la inundación, ya que enviaría el exceso de agua hacia la taza. Pero aunque los retretes estén especializados en la eliminación de desperdicios, un retrete con una fuga puede desperdiciar mucha agua.
Por ejemplo: si pierde un mililitro por minuto, gastará 526 litros de agua al año. De hecho, el retrete consume más del 30% de todo el agua que se usa en una casa. Consume más que cualquier otro aparato doméstico.
A lo largo de los años, el diseño de los retretes se ha ido refinando para reducir la cantidad del agua necesaria para un buen desagüe y para que sean más respetuosos con el medio ambiente. En el año 1960 el retrete consumía 20 litros de agua cada vez que se utilizaba, pero hoy en día, sólo necesita de cinco a seis litros. Dicho avance es gracias al uso de la fuerza del efecto sifón.
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