El desierto del Sahara destaca entre todos, por su enorme tamaño. Existen desiertos cálidos en el norte y el sur de África, en Arabia, en el centro de Asia y en América, pero este es el más importante. En CurioSfera-Ciencia.com, te explicamos las características del desierto más grande del mundo, cómo es su clima, flora, fauna, cómo son sus habitantes y más.
Desierto del Sahara: el más grande del mundo
El mayor desierto cálido del planeta Tierra se llama Sahara y se encuentra en la franja norte de África. Su tamaño es de más de 9 millones de kilómetros cuadrados. Es tan grande como los Estados Unidos o China. Si extendiésemos toda su arena por todo el mundo, podríamos conseguir una capa de 20 centímetros.
Se extiende desde el Mar Atlántico (en el Oeste), ocupando países como Marruecos y Mauritania, hasta el Mar Rojo (en el Este), ocupando países como Egipto y Sudán. Incluye también todos los países de la costa sur del mediterráneo (Argelia, Túnez y Líbia) y otros como (Mali, Níger, El Chad o Sudan).
En muchas zonas las pequeñas colinas de arena, llamadas dunas, se extienden hasta perderse de vista. Estas dunas de arena en algunas ocasiones pueden alcanzar casi los 200 metros de altura. Otras zonas están cubiertas por piedras y areniscas, y otras por roca desnuda, cuarteada por el calor, el viento y la falta de lluvia.
Cómo se forman y desplazan las dunas del Sahara
Aunque parezca mentira, las dunas del Sahara se mueven y se desplazan. ¿Cómo es posible esto? Todo es gracias a la acción del aire en movimiento, es decir, el viento. Cuando en el Sahara se levanta el simún, un terrible viento caliente que arrastra la arena y la hace arremolinarse, traslada las dunas y borra cualquier huella o punto de referencia.
El viento realiza una constante acción de transporte de la arena. Mientras más árida y plana es la zona en la que actúa, mayor es su influencia. Es por esto que en el Sahara el aire en movimiento provoca importantes desplazamientos de arena, levanta los finos granos y los transporta, y lo deposita lejos, colaborando a formar las dunas.
Existen dunas de arena que se desplazan incluso decenas de metros cuando se produce una fuerte tempestad de viento. Es más, se conocen casos en los que la arena de las dunas del Sahara han sido transportadas por el aire a países de Europa.
Fauna del desierto del Sahara
Viven en el desierto del Sahara algunos animales salvajes: zorros y topos del desierto, insectos y lagartos. Estos seres vivos se han visto obligados a evolucionar y adaptarse a las duras condiciones del desierto para poder sobrevivir. Mención especial merece la temible víbora del desierto. Parece increíble el número de víboras que pueden encontrarse en el Sahara. Se trata de unos reptiles de veneno muy poderoso y que tienen la costumbre de acechar a sus presas escondidas en la arena.
Incluso caminando con el máximo cuidado puede pisarse alguna inadvertidamente, con las consecuencias fácilmente imaginables. La víbora más difundida en el desierto es la cerasta, llamada también víbora cornuda (Cerastes cerastes) porque tiene una larga protuberancia por encima de los ojos en forma de cuernos.
Flora del desierto del Sahara
El desierto del Sahara es uno de los lugares más desolados de la tierra. La vida en él resulta muy dura debido a las condiciones meteorológicas. Temperaturas de extremo calor de día y temperaturas gélidas por la noche, además de una lluvia y agua casi inexistentes. Pero pese a pesar de las duras condiciones del clima del desierto del Sahara y escasas precipitaciones, también en el desierto hay vida.
A grandes distancias, en torno a un pozo o a un manantial de agua se encuentran diseminados los oasis. De mayor o menor tamaño, estos son unos pequeños paraísos dentro de un gran infierno de arena. Aquí y allí crecen unas plantas capaces de soportar la sequedad casi completa. Algunas se cubren de cera o de pelos para proteger la humedad encerrada en su tallo o en las hojas. Otras se acurrucan sobre sí mismas para que el viento las arrastre y no sean cubiertas por la arena.
Una de las más importantes y características es la rosa de Jericó. Un arbusto dotado de varias ramificaciones extendidas en abanico sobre el suelo y que produce unas diminutas flores blancas.
Cuando el sol del desierto elimina toda la humedad, las ramas de la rosa de Jericó se repliegan sobre sí mismas, apelotonándose para proteger a los pequeños frutos que contienen las semillas. La planta, reducida al aspecto de una pelota del tamaño de un puño y exenta de humedad, espera la llegada de las nuevas lluvias y extenderá otra vez sus ramas y liberará las semillas.
Recursos del Sahara
En la actualidad, en algunas de las áridas tierras del Sahara se obtiene una enorme riqueza: el petróleo. El desierto ha sido derrotado por los camiones y por los aviones que llegan de todas partes llevando abastecimientos. En muchas partes hay sondeos en busca de petróleo y grupos técnicos que trabajan. El silencio ha sido roto por el ruido de la maquinaria. La vida de aquellos pueblos que no sufrió cambio alguno durante centenares de años, está transformándose rápidamente.
Por qué hay peces en el Sahara
Si nos dijeran que en el desierto hay peces, lo dudaríamos mucho. Sin embargo, dicha afirmación es tan auténtica que se han llegado a organizar importantes expediciones científicas al Sahara, con vistas a desvelar el misterio de estos peces que, a veces, se encuentran a varias decenas de metros de profundidad.
El más peculiar de todos ellos es el pez-gato o clarias, con su cuerpo típicamente ahusado, en el que destacan una larga aleta ventral y ocho vistosas barbillas en el hocico. El ciarías suele vivir en los grandes ríos africanos, pero las repentinas crecidas pueden empujarle hacia el desierto, donde el agua se acumula periódicamente en valles o pequeños lagos. En caso de sequía, el clarias se hunde en el fango de estas cuencas y consigue vivir muchos meses, sobre todo cuando, en su descenso a las profundidades, encuentra alguna vena de agua.
Quién vive en el desierto del Sahara
También hay hombres que se arriesgan a vivir en el desierto, eligiendo las zonas más propicias. Existen varios pueblos que habitan el Sahara, pero vamos a hablar de los más importantes. Estamos hablando de los tuaregs, también conocidos como imuhars, una tribu nómada de raza bereber.
Este pueblo y su estilo de vida a caído en declive desde la segunda mitad del siglo XX, pero aún queda un importante número de ellos. Son pastores de cabras, crían asnos y caballos y sobre todo dromedarios. Como vivienda disponen de tiendas hechas con franjas de lana negra sujetas por palos llamadas «jaimas«. Cuando los animales agotan los recursos de la zona o por cuestiones climatológicas adversas, se desplazan a otra zona para establecerse en ella durante una temporada.
Viven en amplias unidades familiares. Por ese motivo, como buenos nómadas que son, pueden encargarse de todo el ganado y la logística que comporta esta serie de desplazamientos constantes.
También los hay que habitan en aldeas, en los oasis o en las ciudades de la costa, donde construyen con ladrillos casas bajas, cubriéndolas con techos en forma de terraza. Son excelentes artesanos trabajando el oro, la plata y el cobre y tejiendo tapices y alfombras con antiquísimos procedimientos.
Cómo visten los tuaregs
El pintoresco atuendo de los tuaregs es lo más funcional que pueda imaginarse para la vida nómada. El medio más seguro de protegerse contra el calor es cubrirse, de ahí que los tuaregs lleven una o dos túnicas de lana ligera y el “dokkali”. Estas túnicas les cae sobre los anchos calzones, ajustados al tobillo de tal forma que permitan cabalgar cómodamente. También usan una alta faja de cuero, destinada a regular la respiración en el transcurso de las carreras a lomos del dromedario.
Una tira de tejido azul oscuro de más de tres metros de longitud constituye la característica más importante del atuendo de estos nómadas. Se trata de un tejido ligero, casi un velo, que envuelve la cabeza y el rostro e impide que el viento, la arena y el calor dañen las vías respiratorias.
El color del velo y de las demás prendas no está escogido al azar. En efecto, el azul índigo constituye una eficaz protección contra los rayos del sol. Para evitar las quemaduras, los tuaregs se frotan con el velo o la túnica las partes del cuerpo que permanecen descubiertas. A la larga el pigmento acaba tiñendo la piel y ésta es la razón de que a dichos nómadas se les conozca como “los hombres azules”.
Tiendas de los nómadas del Sahara
Cuándo la caravana se detiene en los oasis, junto a las palmeras, las mujeres nómadas eligen un lugar al amparo de las dunas y donde el viento sea menos impetuoso. Después excavan unos profundos hoyos en los que introducen las estacas de sostén, sobre éstas fijan otras estacas, y ya está listo el armazón.
Para obtener las paredes de la tienda sujetan al armazón unas comodísimas esteras, por lo general adquiridas a los negros del Níger, uno de cuyos lados queda suelto para facilitar el acceso a la tienda. Por último colocan el techo, compuesto de tiras de pellejo de cabra o camello trenzadas por las mujeres en unos toscos telares. La tienda, ancha y baja, se fija al suelo por medio de largas cuerdas, lo que le proporciona cierta elasticidad y le permite resistir los furiosos vientos del Sahara.
Camino de la sal en el Sahara
Aparte el agua, los dromedarios y la carne de oveja, la sal constituye uno de los productos de intercambio más valiosos para los tuaregs, que la encuentran en abundancia en el macizo del Ahaggar. Una vez concluida la estación de las lluvias, a finales de junio, la «caravana de la sal» parte del macizo del Ahaggar: es el acontecimiento más importante para los tuaregs.
En todos los campamentos, los esclavos han trabajado muchas semanas llenando sacos de sal y cargándolos. Cuando, de común acuerdo, se decide la partida, no quedan allí más que aquellos que no pueden afrontar el esfuerzo del largo viaje: niños, mujeres y ancianos.
El tuareg más experto conduce a los dromedarios atados entre sí en una hilera interminable. Los nómadas se detienen en los oasis y dejan en ellos provisiones para su regreso. Al llegar las lluvias, que podrían dañar la mercancía, hacen una parada algo más larga en los confines del desierto.
A finales de octubre alcanzan su meta: el Níger o el Chad. El regreso dura 3 meses, y unos 150 dromedarios transportan las mercancías cambiadas con la sal. A lo largo de los caminos seguidos por las caravanas no hay roca que no hable de tales empresas. Inscripciones hechas hace semanas o milenios se alternan con los signos tifinag, la misteriosa escritura nacida de no se sabe qué y que los tuareg usan desde hace 4.000 años.
Qué idioma se habla en el Sahara
Este gigantesco desierto forma parte de numerosos países como Marruecos, El Chad, Argelia, Libia, Egipto, Mauritania, Túnez, Sudán, la República Árabe Saharaui Democrática, Mali o Niger.
En la actualidad, el idioma mayoritario que se habla en los países del Sahara es el árabe y sus diferentes dialectos. Pero los habitantes del desierto, los Tuareg. tienen su propio idioma (el tamashek) y su sistema de escritura (el tifinagh).
Etimología de la palabra Sahara
“Sahara” es una antigua palabra árabe que significa “lugar sin vegetación”. Los nómadas que lo atraviesan con sus caravanas de camellos lo designan con otro nombre, que en su lengua significa “el país de la sed” o “el lugar del hambre”.
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